10 minutos

Diez minutos.
No parecen nada, pero pueden serlo todo.

¿Qué se puede hacer en diez minutos?
No mucho, solemos pensar.
Pero he descubierto que es justo el tiempo necesario para que todo cambie.

Diez minutos deciden si salgo corriendo o salgo sonriendo.
Si no encuentro las llaves con mal humor y torpeza,
o si camino ligera, feliz, disfrutando cada paso.

Con mil proyectos, una casa que gestionar y una hija de cinco años con agenda neoyorquina… el tiempo escasea. Y muchas veces, llego tarde y corriendo.

Pero he cambiado de hábito:
Me levanto antes, me organizo con calma y salgo sin prisas.
Y sí, todo mejora.

Porque todo es cuestión de actitud.
Si salgo con buen pie y el estómago lleno, el mundo me sonríe.
Y entonces, es difícil que algo salga mal.
¿No?

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